YO CAMBIE

El sol se alzó
como astro rey y yo pude ver con tal claridad todo, fue tan claro y preciso. Cuando
Salí de ese sendero de esclavitud sentí que era libre y sentí mi corazón rugir
la leona que hay dentro de mí. El primer instinto fue causar dolor y sufrimiento
a quienes me habían puesto ahí, pero había aprendido que el dolor más dolor
termina siendo dolor al fin al cabo. Guarde mis zarpas y mis rugidos para más
adelante esperando el huracán. Porque te vi venir, venias de tierras lejanas y
venias a doblegarme. No lo podía permitir, jamás volvería a bajar el lomo ante
ti. Yo soy una leona y tú eres la liebre. Tú vivías prendido de mi cintura,
prendido de mí ser, robándome el aliento, arrancándome el alma y dejándome herida.
Llegaste con tus vientos, asotanándome pero no me doblegue.
Llegaste con tus
aguas pesadas y no moví ni una hebra de mi cabello. Llegaste con tus relámpagos
y no me asuste. Llegaste con tus truenos, pero mis latidos retumbaron más que
tus escandalosos ruidos. Porque no me doblegaría jamás y hasta ahora no lo haría
por ti ni por nadie en el cosmos.
Después de ver tu mil intento para hacerme doblegar me
levante, mostré mis colmillos y te mostré el ser que yo me había convertido
para luego soltar un rugido. Ese rugido detuvo todo, detuvo el tiempo y endureció
mi corazón. Supongo que pudo haber sido ese momento, suena lógico aunque mi comparación
metafórica suene delirante. Tal vez fue
en el momento cuando un ángel atravesó mi camino, me detuvo con sus alas
blancas y brillantes. Sus ojos era el océano y todo su ser irradiaba lo que mi corazón
gritaba en ese momento. Cuando lo vi, sentí algo que aún me cuesta creer, sentí
esos nervios de adolecente enamorada, sentí esa necesidad de escuchar su voz y
saber más de ese ser. Quería saber de este ángel que me interrumpía el paso y
saber sus intenciones conmigo. Cuando el ángel me observo vio dentro de mi alma
y vio lo no me dejaba ser feliz. Escucho mis quejas, mis delirios y se bebió
cada una de mis lágrimas. Saboreo la sal de mi ser y la amargura de mis
sentimientos. Yo creyendo que al saber todo de mí se alejaría de mí, pero no se
alejó de mi lado. El Ángel me abrigo con sus alas blancas hasta quedarme
dormida sobre su pecho. Mientras dormía este ángel comenzó a curar esas heridas
profunda que yo misma desconocía de mí ser. Comenzó a susúrrame palabras de
amor mientras dormía, jugo con mi rebelde cabello mientras cuidaba mis sueños. Por un momento creí que estaba antes un Dios mitológico,
tal vez Dios vikingo o Dios griego, pero no era un ángel. Un ángel de carne y
hueso, que al despertarme con sus labios me beso como nunca nadie había hecho.
Sentí
como el calor entraba a mi alma, sentí como sus ojos me recordaban al paraíso y
sentí como mi corazón se unió al suyo. Sentí que éramos uno cuando estaba en
sus brazos, porque me sentía segura. ¿Era posible ese sentimiento? En ese
momento lo era, era posible todo. Sosteniéndome aun en sus fuertes brazos me sentía
frágil, inexperta y temerosa porque temía que un día llegara su partida. Porque
tú eres un Ángel especial y muy diferente a los demás, un Ángel como tú, un Ángel
que pelea contra las amenazas de la humanidad.
Luego pienso en ti devorador de corazones, pienso que tú
pudiste contribuir al cambio de mi persona. Pienso en tus manos y tu hedor y
siento como me tiembla el cuerpo y el miedo que sentí aquella vez. Se me hela
las venas del cuerpo al pensar que hubiera pasado si yo no hubiera sido fuerte,
valiente y una leona.
Hay veces que te cruzas por mi camino y no dejo que me devores
con tu dentadura sangrienta. Ya no permito que me mires como me mirabas y no
permito que te acerques a mí. Solo pongo distancia por que cuando debiste
cuidarme no lo hiciste, te vestiste de cordero y resultaste ser peor que las
bestias de los cuentos de hadas. Hay veces que medito durante los silencio del
alba que yo cambie por que el dolor me cambio.

Fue cuando ese momento llego, tu partida. Sentí que yo
dejaría de respirar, pero tú me diste un beso de miles de alientos. Yo sentí que
mis ojos no dejarían de llorar, pero besaste mis dos parpados con tus labios
carnosos el llanto seso. Yo Sentí que mi corazón se rompería, pero le susurraste
a mi corazón palabras de amor y este jamás se rompió. En tu inminente partida
dejaste en mi dedo un anillo de nuestro amor y yo deje un anillo soldado a tu
dedo para que jamás me olvides. Aunque en ocasiones duele tu ausencia, te
siento en las noches, te siento en mis sueños y te siento cuando despierto de
cada pesadilla. Estas ahí aunque no te pueda ver, aunque no pueda sentirte lo
estas. Porque tu corazón y el mío son uno.

Tuve que pasar por el infierno para cambiar, pero es
cierto más de dos personas les debo este cambio de mi persona. Te lo debo a ti Huracán por poner mi mundo y mi
vida de cabeza en una tempestad; porque resultaste ser todo lo que contrario
que yo suplique con tantas ansias. Te lo debo devorador de corazones por querer
devorarme la carne y arrancarme el corazón en miles de pedazos, por mentirme, porque
arruinar una amistad de años y porque al final de todo me abriste los ojos. Te lo
debo Ángel, has sabido ser más de lo que debes ser, porque me amas como tú
sabes hacer y me das la fuerza para cambiar y seguir luchando. Porque a pesar
de la distancia te amo y espero tu regreso a mi brazos. Finalmente me lo debo a
mi misma porque yo permití todo esto. Permite que me destrozaran con los
vientos huracanados, permite que el devorador estuviera por mis terrenos y permití
que Ángel me detuviera el paso. Solo es ahora que notos mis cambios, noto la desconfianza
y el poco tacto humano que queda en mí. La independencia con la cual me abrigo
y la arrogancia que sobresale de mis poros.
Las pocas sonrisas que brindo y los
pocos abrazos que entrego son partes de mi cambio. Que la soledad sea mi única
aliada y confidente por las noches cuando mi Ángel no está cuidándome mientras
duermo. La soledad sabe de mi tanto que me da temor que hable de mis secretos,
que le diga a la muerte lo susurro mientras las pesadillas me desgarran.