El cuarto pequeño.
Esto es nuevo para mí, jamás creí estar en este lugar. ¿Cómo se llama
este chico? ¿Scott? ¿Sam? ¿Sadiel? Ni lo recuerdo y no importa el saber su
nombre. Lo que me interesa es salir de ese lugar de una vez por toda, pero algo
me detiene. La sensación de libertad me cubre todo mi corazón y me saca una
sonrisa tonta.
Aun así salgo de la cama lentamente y comienzo a vestirme sin mirar a mi
amante.
-¿ya te vas?-pregunta este chico con acento francés.
-si-respondo sin mirarle.
-¿Por qué?-pregunta.
-Los adultos tenemos que trabajar para un mundo mejor- respondo y no
entiendo lo que dice después. Termino de vestirme sin prestarle atención.
Me muestro desinteresada, pero en mi mente se lidia una guerra con la
curiosidad.
¿Te gusto?-pregunta curioso y nervioso
-si-respondo y me encaro a verlo.
Él tiene los ojos azules como el cielo, unos labios
carnosos y pálidos, es alto y delgaducho. Tiene un rostro infantil y sensible. Sus facciones me hacen pensar en lo diferente
que somos, incluso lo larguirucha que es su nariz y lo pequeña y diminuta que
es la mía. Su piel es pálida y suave, pero no como la mía que es bronceada.
Me gusta este chico, pero no lo quiero. Me gusta besarlo,
sentir sus labios carnosos sobre los míos. Me gusta sentir su respiración agitada
en mi cuello. Me gusta la sensación de poder que me brinda cuando estoy sobre
él y como lo hago mío. Me gusta sentirlo dentro y como mi cuerpo grita con un
millón de sensaciones prohibidas. Porque él es una aventura pasajera en esta
vida tan pequeña y tan mía. Incluso acostado en esa cama tan pequeña y tan desarreglada se ve apetecible, pero debo
calmar mis ansias de carne. Me gusta el silencio que me brinda y su poca manía
de hacer pregunta, por eso me gusta tanto.
Incluso en ese cuarto pequeño y en esa cama pequeña me
siento libre de culpa, responsabilidades y fracasos. Yo no sé qué él desea de mí
y temo realizar esa pregunta porque no quiero saber. El saber lo que él desea
de mi me haría daño y el sentir algo por él me ha destruiría por completo.
-¿A ti?-pregunto y analizo su reacción.
Sus mejillas se tornan rosadas y sus labios me vuelven a incitar a
besarlos.
-claro- responde, pero no comprendo su vergüenza.
-¿Cuántas chicas habías tenido el placer de llevar a la cama?-pregunto
curiosa.
-solo una-responde arrastrando las palabras.
-una-repito y siento que hago me presiona el estómago.- ¿eras
virgen?-pregunto.
-si- responde y se encoje de hombros.-¿tu?-pregunta seriamente.
-Dos-respondo sonrojada.
El sentimiento de vergüenza me invade y me siento a su lado.
Comienzo hacer recuento de los sucesos de la noche….
Sus besos tocando los míos mientras se hundía dentro
de mí lentamente hasta hacerme gritar. Como sus músculos se tensaban en cada embestía
y como mis ojos no dejaban de mirar los suyos. La sensación que sentí cuando el
orgasmo se apodero de mí y me libero de las cadenas del infierno. Después que
yo me dejara llevar en el mar del orgasmo vi en sus ojos cuando brillaron al
estallar dentro de mí y su gruñido animal que rujió desde lo más adentro de su
ser.
Aunque esos minutos de pasión fueron dulce como la vainilla
no fue como debía, tome una parte de su ser sin pedir permiso. Lo hice mío sin
saber que podría ser capaz de tal acto atroz. Lo lleve al infierno donde yo pertenecía
con cada embestía, con cada rugido y cada suplica de mi ser. Me siento triste
por dentro porque sé que en el fondo merece algo mejor y no soy yo, merece todo
menos lo que soy yo. El debió de haber tenido este momento con alguien que
pudiera amarlo y darle todo lo que el merece. Su primera vez debía ser mágica y
llena de amor, pero había sido un fracaso por mi culpa.
Mi primera vez había sido toda una película de
suspenso, pero yo lo había hecho por amor y con todo el amor que en mi corazón había
aunque no me amaran. Aunque después de aquel momento me perdiera por completo y
mi vida jamás volviera a ser la misma.
-¿Qué sucede?-me pregunta preocupado.
-nada-dije repentinamente intentando no pensar como fue mi primera vez.
Me miro incrédulo pero acepto mi palabra.
-Me tengo que ir-murmuro y me acerco para besar sus labios. Este acepta
mi beso y me atrae hacia él, no me aleja de él. Nos seguimos besando hasta que
se me sube la temperatura al cuerpo y es cuando me alejo de él.
-Me debo ir-vuelvo a murmurar con sus labios pegados a mi.-, me gustaría
quedarme y seguir besándote, pero los adultos deben trabajar.
-¿volveré a verte?-pregunta y asiento con la cabeza.
Me aparto de su lado deseando salir antes de volver a mojar las sabanas.
-déjame llevarte-me pide mientras sale de la cama y se viste en
silencio. Tomo esos minutos para mirarlo y morderme los labios.
Su piel blanca me llama y me pide más….
Niego con la cabeza.
-vamos-me interrumpe el pensamiento.
Salimos de esa pequeña habitación para el exterior y
es cuando el olor a sal me inunda las fosas nasales. Escucho las olas chocar
contra las piedras y siento como la brisa acaricia mi pelo.
El me observa detenidamente mientras emprendemos el camino hasta detenernos
en nuestro punto de encuentro. Nos detenemos y antes de articular una palabra
me besa los labios y me deja en un mar de sentimientos. Mira cómo se aleja de mí,
deseo tenerlo pero no me atrevo. Quiero que se quede pero algo no me lo
permite. Cuando se pierde de mi vista sigo mí a camino con mil dudas en mi
cabeza y una sonrisa torcida en mi rostro.
Desde ese día no dejo de pensar en el cuarto pequeño.

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